sábado, 9 de enero de 2010


Su cuerpo saciado después de semejante banquete se dejó caer sobre mi cama, y no fue hasta la mañana siguiente que entendió cuál había sido el sentido de aquel breve silencio interpuesto entre las ofertas y las demandas de un fin de semana. Creías con mucha seguridad que una pequeña interrupción ayudaba mucho a la conversación, y yo pensaba que eso sólo alimentaba una cierta necesidad latente para convertirla en manifiesta.

- ¿Seremos capaces de huir sin devolvernos en el tiempo? Preguntó.

Ambos caímos más hondo en el vacío, después de hurgar por horas en busca de una respuesta sensata. No fue necesaria, me abrazó y acordamos olvidarlo todo.

Vaciado todo
corre mejor
mejor
corre

No hay comentarios:

Publicar un comentario