intento atravesar conversaciones para poder encontrar un lugar seguro en la mitad.
uno donde no tenga que opinar,
un sitio desde donde pueda solo presenciar.
y es que hay veces en las que el hablar se vuelve tan nada
que quisieras omitirlo todo.
interlocutores comunicándose para saciar las ansias de oír su voz
propagándose en un acto que involucra a más de uno…
toman formas de otros,
se camuflan bajo imágenes veladas permitiéndose actuar como
–quizás en solitario-
jamás lo harían.
por eso yo siempre volveré a permitirme presionar tinta sobre papel,
para buscar desalojar aquellos pensamientos abandonados de temporalidad y
huérfanos de claridad.
como si en este ejercicio volvieran a tener tiempo y lugar.
extraño: mientras escribo igual presiento que las palabras jamás alcanzarán a abarcar
la realidad modelada bajo distintas miradas…
en fin…
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