lunes, 20 de junio de 2011

sed

Llegaron sordos, no mudos pero cerraron por tanto tiempo sus ojos que cayeron en el olvido. Otros habían decidido por ellos. Movían sus manos mientras se tocaban, como si intentaran agarrar un poco de lo que ese otro quería decir. Sus gestos histriónicos desentonaban entre el mensaje y lo comunicado. Parecía haber más que mala suerte.
- Y es que poco tienen de lengua y mucho de señas. Decían algunos. Señas arbitrarias siempre como el mismo lenguaje, pero relegadas para quien no las necesita.
Pocos eran sus fluídos remanentes, habían sido enviados a otros órganos para saciar tanta ausencia. Sin ellos las ondas jámas podrían ser transmitidas. Entre tanta deshidratación, el clima de la ciudad ayudaba aún menos. Soles perpendiculares, poco verde, mucho polvo, narices secas, articulaciones agrietadas.

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