domingo, 2 de octubre de 2011

No terminas de cerrar para abrir...
Pretendes poner en palabras lo que pasa, aunque siempre buscas asegurar sólo decir lo estrictamente necesario... y es que el poder que carga el soltar, el desanudar, siempre condena. Es vértigo nombrado y repetido sin pudor...

Esto va por aquellos que intimidan, por quienes con su sólo estar pueden tambalear lo que parece fijo, que con su nombre curvo simulan suavidad, esos que en su puntiagudo andar acentúan las sílabas con una flexión contundente. Una única flexión.

Membrana frágil amenzada por lo crónico de lo agudo, por un problema local de un órgano en particular... Se contornea sin prisa, se deja ser en el espectador, se tiñe las yemas de los dedos para colorear lo que queda. Llena todos los espacios en blanco, sin salirse de la línea, sin cam
biar la presión de su mano. Lo hace perfecto. Lo deja bonito. Es música para mis oídos también.
Déjate ser, para olvidar, dispersa-esporas, difuminate por las largas olas horizontales de lo ajeno. Pero eso sí, llega sólo hasta donde te nombre, donde mi voz te conceda el lugar.

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