martes, 17 de enero de 2012

Se oscurecen con el caminar del asfalto, pestañean debajo de la grava que cae encima de sus ojos, negro en negro, negro en contraste, negro en agua, negro salpicado con el andar vehicular. Forman una fila de unos 10 centímetros, se mueven cuidando pisar solo en el ángulo carretera-vereda. Versan poemas añejados en refinerías donde se mantuvieron a la espera de tan anhelado material. Sienten su grandeza con el andar.
De repente el sol que pega sin piedad los confunde, los evapora para elevarlos a un nuevo estado y se deshacen detrás de cada rayo.
Lo efímero del circular.



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