martes, 28 de febrero de 2012


Bajo la mirada del espéculo, la delgada membrana que se contorneaba con cada impulso gravitatorio, lucía más frágil, como si pidiera no ser observada. No ser observada para no ser comparada. Sólo lo que es capaz de tener un homólogo puede ser adjetivado. Todo, todo es más cercano si nos pertenece, si nos toca, si nos dejamos tocar y si olvidamos comparar.
Y vuelve... espéculo, conducto oscuro, membrana... ahí, donde lo que verdaderamente importa es sólo la vibración y sus transformaciones mecánicas, líquidas, químicas, ahí dentro un cono brillante que no permite ver más. Como si anunciara que ese era el final, que después de él todo enceguece.


No hay comentarios:

Publicar un comentario