domingo, 9 de mayo de 2010

que bueno es poder sentir que otros sienten lo mismo, y encuentran las palabras adecuadas para hacerlo:

De un tiempo acá, cuando la gente me pregunta dónde vivo, guardo silencio por unos segundos. Antes respondía de inmediato: vivo en Quito. Ahora mi cuarto está en mi maleta. Ahora respondo mira, mis cosas (mi ropa, mis juguetes, mis libros) están en Quito, pero soy itinerante, así que mejor mándame un mail y partimos desde ahí.

Curioso, siempre he relacionado el bienestar con viajar, con el movimiento constante y sonante. De niño me fijé en que la gente a la que le va bien en la vida viaja mucho y bien mientras que el resto viaja mal y nunca. Así era, por lo menos en mis tiempos. Pero las cosas han cambiado y he descubierto que viajar bien no es recorrer miles de kilómetros a miles de pies de altura en clase ejecutiva sino dejar un poco de carne en cada sitio y traerse un poco de tierra.

Hace unos días volví a Quito y ahora digo que estoy en casa, en mí casa. Raro porque en la capital siempre me he creído extranjero. La sensación térmica que tengo en Quito es la misma que tenía hace diez años, cuando llegué para quedarme: ok, vivo aquí, pero no soy de aquí, mejor así, mejor guardar cierta distancia y caminar mirando hacia atrás antes de mirar hacia adelante. Alerta, 11/24-7.
CulturaB

deseando estar en casa, aunque sea por hoy...

No hay comentarios:

Publicar un comentario