jueves, 10 de marzo de 2011

mercredi


Sus brazos, debilitados por la edad, se abandonan en ella, que ahora se ha convertido en la única visita que recibe entre semana. Dan pequeños pasos con una sincronía que parece casi ensayada, suben los escalones, entran, se sientan, se levanta, cantan, se sientan, levantan la mano derecha, se arrodillan, se paran, forman fila, comulgan, vuelven.
Él ahí delante siente las miradas, la atención de su audiencia ha sido capturada gracias al sinnúmero de fluctuaciones de su voz y a las bien logradas analogías del ahora en el discurso del ayer. Abre sus brazos, ellas se paran, susurran frases minúsculas, imperceptibles al oído de cualquiera, mano derecha arriba, abajo, a un lado y al otro.
Sus brazos vuelven a buscarla, encuentran el ángulo al que deben ajustarse. Salen cantando el aleluya con sus frentes marcadas por un pequeño manchón color ceniza.
Lentamente se acercan a la salida, ella cruza un par de sonrisas con sus conocidos, hablan del clima, del último accidente del transmilenio, de lo cara que se ha puesto esta ciudad, de las pendientes "onces" que se prometen todos los domingos... Caen las primeras gotas en sus cabezas, se despiden antes de que la lluvia las pesque fuera de casa...
Siguen su camino, pequeños pasos, brazos bien apoyados, sincronía, pasos, brazos, sombras, se pierden...

1 comentario: