miércoles, 27 de marzo de 2013

Noche

A tientas se levanta por un vaso de güitig, destapa la botella -de nuevo la embotelladora lo hizo mal- piensa.
Después de un largo sorbo, pone la botella en la refri, entra al baño y se sienta. Piensa, mira a la puerta, la cierra, se queda ahí por más tiempo del necesario.
Sale, va al sillón, recuerda el dolor. Él vuelve solo cuando lo llaman, cuando como por arte de magia lo invocan. Quisiera hacer -ser- un cadaver exquisito. Dobla una hoja que tiene a la mano, no hay con quien jugar.
Abre el computador, piensa en la verdad, en lo entredicho, lo silenciado y lo ignorado. Portlandia y Pandora por ahora hacen su noche.

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